APRENDE A TRANSFORMAR TU REALIDAD EN LO QUE DESEA TU CORAZON
El arte es aquella parte de nosotros
que nos permite crear realidad,
encarnando lo que pensamos, sentimos y
deseamos al mismo tiempo que lo
experimentamos. Incluso cuando
dormimos, seguimos creando
posibilidades que activamos a través de
la imaginación. Realidades paralelas en
las que también vivimos y
experimentamos.
Un sueño es en
definitiva una obra de arte considerada
en algunas culturas, algo tan o más real
que lo que llamamos nuestra realidad
cotidiana. Pero si somos tan poderosos,
¿por qué no logramos tener la vida y el
mundo que creemos desear? La
respuesta es muy sencilla: alguien o algo
crea por ti. Por eso en lugar de sujeto, te
ves convertido en objeto de tu propia
escena.
Tu falta de presencia es la clave,
porque cuando estás ausente, cuando no
eres consciente, tus creencias deciden
por ti.
Muchos mitos afirman que, en
diferentes momentos del pasado
terrestre, existieron otras civilizaciones
que sabían utilizar los sonidos, las
vibraciones y la representación como
herramientas para producir o alterar la
realidad.
Hubo un tiempo en el que el
arte era la herramienta sagrada para
encarnar el poder divino en la Tierra y
generar, afectar o gestionar lo que
llamamos vida. Me refiero a un tiempo
donde la palabra arte todavía
simbolizaba lo mismo que palabras
como magia, alquimia o chamanismo.
Eso fue antes de que se redujera el arte a
simples disciplinas relacionadas con
acciones y profesiones concretas, siendo
desvinculado de la vida cotidiana. Se
ocultó su valor y se lo separó de lo
mágico, de lo sutil, de lo alquímico y lo
iniciático.
En realidad, este es el origen
de nuestro rompimiento interno, donde
lo masculino aprendió a someter a lo
femenino, cuando nuestro hemisferio
izquierdo se puso por encima de un
infravalorado hemisferio derecho.
Precisamente el arte es una
herramienta de unión, pues además de
ser el lenguaje de lo inconsciente, no
entiende de separación. Eso es debido a
que está en contacto con el hemisferio
derecho. Es por eso que se hace sagrado
ante su uso sagrado, ante la voluntad
creadora de la conciencia que lo genera,
proyecta y gestiona.
Es importante
aclarar entonces, volviendo al tema de
la importancia de estar presentes en
nuestras vidas, que no es el arte como
herramienta en sí misma la que tiene la
voluntad y la responsabilidad, sino más
bién el estado de presencia del que la
usa, algo que si hacían los primeros
artistas, cuidando hasta el extremo su
estado de presencia para usar el arte en
favor de la vida, para crear la realidad
que necesitaba el colectivo.
Creaban
arte sano y por eso todavía hoy
hablamos de artesanía cuando nos
referimos a la aplicación artística más
tradicional.
En los orígenes, el arte fue usado para
detonar los estados cerebrales,
corporales o vivenciales que generaran
una transformación dirigida al
crecimiento interior. Como si de una
planta de poder se tratara, se usaba el
arte para generar el acceso a estados de
conciencia amplificados desde los
cuales podían resolver lo que desde su
estado habitual no era posible.
El arte
era un medio para la reprogramación
cotidiana. Hubo un tiempo en el que se
crearon edificios basados en la
proporción áurea, música que
armonizaba el flujo interno o imágenes
que nos recordaban nuestra unión al
mundo espiritual. Culturas herederas de
todo este conocimiento, todavía hoy
programan de colores y símbolos
sagrados paredes, ropas y objetos de
uso cotidiano.
Esa es su forma de
hablarle al cuerpo, de reprogramar a la
mente subconsciente. El chamán es a la
vez curandero y artista, ya que interactúa
con los mundos inconscientes para
generar lo aparentemente imposible.
Generalmente los artistas del nivel de
los chamanes comprenden el arte de
forma integral y lo usan a través del
ritual cotidiano ejerciendo una acción
terapéutica sobre su comunidad en
beneficio de todos.
Absorbidos y educados por el poder
de las iglesias, reyes y emperadores, los
artistas pasaron a ser mercenarios al
servicio de sus señores. Lejos de la
responsabilidad del chamán, el artista ya
no era libre y generaba un arte que
programaba el subconsciente de la
población en beneficio de los más
poderosos.
El arte era usado, al igual
que se hace hoy en día a través de la
publicidad y los medios de
comunicación, para sugestionar y
programar las necesidades, impulsos,
creencias y deseos del grueso de la
población. A pesar de todo ello, artistas
rebeldes al sometimiento como en el
caso de Leonardo da Vinci, dejaron en
sus pinturas y creaciones mensajes que
traspasaban, velados gracias a su
sublime belleza, la influencia y
conocimiento de sus señores. Un arte
capaz de transmitir al inconsciente del
espectador la verdad de la naturaleza
sagrada del ser humano más allá de toda
manipulación.
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